Así como ocurre con la exposición de los ojos a la radiación, la duración y la cantidad de veces que usted se expone a altos niveles de ruido determina el grado de daño a su audición; por eso, asegúrese de evitar la exposición repetida al ruido. Si no resulta posible reducir el nivel de ruido en su origen (mediante el desplazamiento de los equipos o el suyo propio, la utilización de pantallas acústicas, etc.), entonces usted debe usar una protección auditiva adecuada.
Si el ruido de su zona de trabajo se hace incómodo y le provoca dolor de cabeza o malestar de los oídos, usted podría estar dañando su audición, y debe colocarse de inmediato orejeras o tapones auditivos.
De hecho, es una buena idea el uso de protección auditiva en todo momento, ya que la pérdida de la audición es gradual y acumulativa con el tiempo. El daño a su audición puede no notarse hasta que usted se someta a una prueba completa de audición, y entonces podría ser demasiado tarde.
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